En la celebración de la Eucaristía de Ceniza,
Después de bendecirla y antes de imponerla, se leyó este cuento, que aprovechamos para hacer una reflexión sobre como andamos en el tema de la comprensión, del perdón y que actitud debemos tener durante la Cuaresma.
Los pañuelos colocados en la planta lo simbolizan. Fue muy emocionante.
ANTES DE LA CENIZA: Cuento breve para iniciar la Cuaresma
Leído por dos personas
Todos conocemos la parábola del hijo pródigo. Aquella en la que había un padre que tenía dos hijos, y un día le hijo menor pidió la herencia que le correspondía y se marchó de casa a vivir la vida.
El mayor se quedó en casa… (Evangelio según San Lucas, 15, 11-32).
El menor, cuando se fue se metió en asuntos de drogas, se hizo adicto y fue dilapidando la herencia que había reclamado; lo malgastó, vivió de malas maneras y enfermó de sida. De vez en cuando le rondaba la idea de retornar a casa, pero la desechaba, unas veces por temor a ser mal recibido por sus padres y su hermano y vecinos, otras porque no se sentía capaz de volver a una vida ordenada y normal; le faltaba voluntad para ello. Un año, cuando se acercaba la Pascua, se animó a escribir a su padre y a su hermano. Les pedía perdón por lo que había sucedido, les decía que no se atrevía a volver, pero que lo estaba deseando con toda su alma y con toda su vida rota.
– Si estáis dispuestos a acogerme, -les decía en la carta-, atad un pañuelo blanco en el árbol que hay delante de casa, junto a la vía del tren. Si veo el pañuelo blanco, me bajaré en la estación. Si no, aceptaré y comprenderé vuestra decisión y continuaré mi viaje…
El muchacho tomó el tren, y ya, cuando se puso en marcha, imaginaba el árbol, tan familiar, con un pañuelo blanco atado quizás en el extremo de aquella rama que estaba más próxima a la vía y por las que tantas veces se había encaramado y gateado desde niño.
Pero también se imaginaba el árbol totalmente desnudo y silencioso, y se le helaba el corazón y los ojos se le llenaban de lágrimas.
Cuando el tren pasó aminorando la marcha frente a su casa, contempló el viejo árbol transformado: blanqueaba repleto de pañuelos que los suyos, familiares y amigos, habían colgado de sus ramas.
Reflexión.
– Es posible que yo también tenga miedo, y en realidad podría emprender algún camino de retorno al encuentro de personas, de amigos, de Dios, abierto al perdón y con el perdón en mis manos….
– Los miedos a pensar cómo me pueden mirar los demás ante mis errores me pueden llevar a comportarme como no quisiera….
– Deseo superar algunas distancias que se han ido produciendo entre otras personas y yo.,..
Es un buen deseo, propósito, de conversión en este tiempo de cuaresma: ACORTAR DISTANCIAS.
Canto : Querido Padre, cansado vuelvo a Tí
(Las que quieran libremente ponen su pañuelo pegado en el árbol)